Page 121 - Cincuenta Relatos
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La destiladora




               Teníamos 14 años cuando nos salimos de las clases en la secundaria
            para irnos de pinta. Como ya conocíamos todo el pueblo y sus alrededores,
            ese día se nos ocurrió cruzar la carretera para ir a lo que antes había sido
            una fábrica de ron a la que la gente le conoce como la Destiladora de Vista
            Hermosa, a unos pocos kilómetros de la Carretera Federal 45 y cruzando
            un afluente del Río Lerma, que es el Río Laja.


            Para llegar ahí hay que ir por una arboleda de huizaches, mezquites y otros
            árboles. Ese camino sin lugar a duda, me hizo recordar aquella anécdota
            que un día nos contó mi padre. Dijo que cuando eran niños les gustaba ir a
            Vista Hermosa a matar pájaros con la resortera, y que un día que pasaron
            por ese camino vieron a una hermosa mujer, al principio les sorprendió,
            pero luego ella volteó  a verlos y  tenía  la cara de caballo. Se  asustaron
            mucho, pero aquel acontecimiento no impidió que siguieran yendo a aquel
            lugar en el que había muchos pájaros.


            La destiladora, como la conoce mucha gente, tiene casi 40 años abandonada.
            Fue fácil meternos, pues toda la reja ya está oxidada, aun así, casi nadie
            se mete. Estar ahí me hizo imaginar los buenos tiempos de ese lugar. Mis
            pensamientos se fueron a aquellas charlas que tenía mi abuelo en la que
            nos contaba cómo funcionaba aquel ingenio azucarero, productor de ron,
            piloncillo y otros productos de la caña de azúcar.


            Él solía contar que esa era una región del Bajío de Guanajuato que era
            muy rica en tierra, agua y clima y que por eso había trabajo. Había tanta
            agua que se formaban los cañaverales y cientos de hectáreas alrededor
            eran utilizadas para el cultivo de caña de azúcar, que luego llevaban a la
            destiladora en carros jalados por bestias. En ese lugar se fabricó uno de
            los mejores rones de México. Trabajaban muchas personas, algunos de
            ellos hablaban otomí, había hacendados y casi todo el pueblo tenía alguna
            manera de trabajar para la hacienda. Cada quien, hacía algo, los cañeros,
            los que sacaban el bagaje de la caña de azúcar, los almacenistas, veladores,
            los cargadores, los que hacían el piloncillo, los que embarcaban el producto


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