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Prólogo

Un libro-recreo-cerebral

En 2013 fui testigo de los inicios del autor en este dificultoso
arte de ser docente, lo veía ávido de aprender de todos para ser
el mejor, y por primera vez, logré entender ese deseo decidido de
Santos Lozano, de no impartir clases ni transmitir conocimientos,
sino de ser como la maestra Xóchitl, alguien que –como leerás en
Detrás del cercado–, va más allá de la transmisión de conocimientos
y que, en definitiva, supera las expectativas.

Desde que lo conozco he intentado categorizarlo. ¿Es de esos
docentes magistrales?, ¿de los que son tutores?, ¿de los prescriptivos?,
¿de esos a los que les gusta ser guías o facilitadores?, por lo que yo
observaba siempre creí que le gustaba ser un guardián de la semilla
–y seguramente también lo es– pero cada año que pasa, me voy
convenciendo de que más bien es un ‘lustrãre’ (del latín dar luz), pero
no sólo un dador de luz, sino que es uno de los que te muestran tu
propia luz, que te ayudan a descubrirla, un transformador de luces.

Lo que se dice en estos textos no es mera palabrería, testigo soy
de que cada idea o actividad que aquí se sugiere ha sido aplicada
con éxito, que cada “Principio para la docencia” plasmado en estas
páginas ha sido llevado a la práctica, específicamente el número 6,
pues Santos Lozano elige ser generoso y darse en este libro, en el que
a modo de atrapa sueños, se van entrelazando historias y consejos,
actividades y reflexiones para un ser docente que transforma y se
transforma.

Como verás en este ejemplar, se habla del término recreo cerebral,
que “ha sido acuñado por la neuroeducación para sugerir la necesidad
de descansar de la actividad académica, es decir, prestar atención
a otro aspecto (no el escolar)” (Santos Lozano 2023, p. 52); sin
embargo, al leer esta compilación, sentí que mi cerebro estaba en un

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