Page 105 - Preludio los días de mi juventud
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Capítulo XXVII
No dejes en ridículo al rey
En 1485, Cristóbal Colón había enviudado y estaba a cargo de
un hijo de corta edad; además, no tenía dinero y sí, muchas deudas.
Con todo, tuvo la suficiente fuerza como para entusiasmar a mucha
gente con el extraordinario proyecto de encontrar una nueva ruta
hacia el oriente, en especial a la reina Isabel de Castilla y a su esposo,
Fernando de Aragón, quienes estuvieron dispuestos a apoyarlo
a pesar de las muchas dudas que despertaba tal idea. El principal
problema para apoyar a Colón no era el dinero. De hecho, los tres
mil o cuatro mil ducados que necesitaba los pudo haber conseguido
con algún magnate castellano, como los duques de Medina Sidonia
o de Medinaceli.
Entonces, ¿cuál era el mayor obstáculo?, la ambición del almirante.
No sólo pedía la financiación del viaje, sino que pretendía los mayores
honores que nadie pudiera imaginar en ese momento: nada menos
que los títulos de Almirante del Mar Océano (lo que lo igualaba con
la más elevada nobleza castellana), y virrey y gobernador de las
tierras que se descubriesen.
Por si fuera poco, exigía una décima parte de las riquezas que se
obtuvieran (oro, perlas preciosas y especias). Asimismo, Diego, su
hijo, sería nombrado paje del príncipe don Juan (hijo de los reyes
católicos). El rey se disgustó mucho con tales pretensiones, pero
gracias a la intervención de la reina, accedió a apoyar a Colón.
El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón descubrió un nuevo
continente, en España fue recibido como un héroe. Ahora, era el
momento de regresar y pasar de marinero a gobernante. Pero Colón
demostró una enorme incompetencia para gobernar a un pueblo
y no saber resolver problemas de Estado, provocando el caos en la
pequeña colonia española del nuevo continente.
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