Page 67 - La educación, en la era del teléfono celular
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alude a escribir, redactar un mensaje de texto en repetidas ocasiones
            con demás usuarios, principalmente en las conversaciones de las
            aplicaciones móviles de Messenger, Facebook y Whatsapp.


            Personas de todas las edades portan en sus orejas un par de cables,
            aparentemente conectados a sus preferencias y gustos musicales,
            aislados por supuesto del entorno, charlas, otros sonidos y actos
            que ocurren a su alrededor, afianzándose en la individualidad,
            desconectados del entorno, pero conectados a su dispositivo móvil
            y en no pocos casos hiperconectados a redes de comunicación en
            el dinámico y basto mundo virtual, posibilidad que sólo brinda el
            teléfono celular. Tras ver a estas personas deslizándose y navegando
            por el contenido que ofrece este dispositivo en el variado contenido
            digital que internet ha hecho posible, también hemos notado a
            quienes hablan al aire en el que pareciera un soliloquio en medio
            de la multitud, las personas incluso discuten sin un interlocutor
            visible, es sólo que están conversando con alguien más por medio
            de su dispositivo móvil, mismo que ya no necesitan poner en su
            cara, cerca de la boca o el oído, mediante algunos dispositivos de
            “manos libres” logran recibir llamadas mientras se desplazan por
            todos lados.


            Mientras se observan estas conductas surge la pregunta, ¿cuántas
            veces es posible sacar el teléfono móvil del bolsillo o bolso?, pues
            pareciera que no es posible tener una respuesta acertada y atinada,
            porque  al  parecer  ello  es  producto de una  manía,  un  hábito,  un
            síndrome ya adquirido de estar reiteradamente observando la
            pantalla del celular, previamente desbloqueada a través del tacto.
            Una adolescente que permaneció en el vagón del metro toda la ruta
            mientras hacíamos el ejercicio de observación sacó y observó su
            celular al menos una veintena de veces en una acción más ritual que
            mecánica de permanecer atenta a su teléfono celular, aparentemente
            para no perder la sensación de estar “conectada”.






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