Page 149 - Preludio los días de mi juventud
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Capítulo XLI
La casa paterna
Tras otro año de estudios fuera del pueblo, regresaba de nuevo al
seno familiar para gozar de unas hermosas vacaciones, que disfrutaría
a plenitud como la frescura de la brisa del mar, como premio por
todas las actividades realizadas en la Escuela Normal Rural de Roque,
Guanajuato, durante un lapso de 10 meses, correspondientes al año
escolar que terminaba. Merece una mención aparte la belleza de la
casa paterna, no por su diseño arquitectónico, sino por la calidez
del amor familiar que encerraba; en esta hermosa casa paterna,
muchas veces observé la hermosura de los arreboles como si fueran
las mejillas de las muchachas cuando se coloretean antes de ir a una
fiesta, igual gocé los atardeceres al ver la puesta de sol.
La casa siempre pintada de blanco, de lejos se distinguía, techada
con teja, tenía dos patios grandes con árboles propios de la región
Costa Chica; un bazo de toro, chirimoyos, un tecomate frondoso y
un guamúchil. Hubo un tiempo que el poco ganado que se tenía, se
traían a dormir en los patios de la casa y por la mañana se oían los
mugidos de las vacas que querían dar de mamar a sus crías; también
se escuchaba el bramido formidable del toro que resoplaba cada
vez que quería montarle a una de sus queridas. La casa blanca de
Barrio Nuevo se ubicaba en la calle Mariano Matamoros, que llega
hasta el río de Copala, a unos 800 metros de distancia, a donde
iban a traer agua las personas montadas en sus bestias, antes que
introdujeran la red de agua entubada en las calles del pueblo. Es
inolvidable la casa paterna porque allí viví momentos hermosos, allí
nacieron y crecieron mis pequeños hermanos: Ernestina, Honorio,
Dimas, Pompeyo, Jesús, Ángel, Silvano, Rosa Elvia, Alberto y Luz
María. Pararse afuera de la casa blanca de Barrio Nuevo y admirar
el inmenso Océano Pacífico, la laguna de Chautengo, la carretera
federal, la población inmensa de palmeras a orillas del río, los cerros
que a lo lejos se divisan y el bajío que tiene el municipio de Copala,
es una maravilla natural para los ojos que la contemplaban. Ir al río
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