Page 89 - Preludio los días de mi juventud
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Capítulo XXI
                                   El seductor de la patria



               Antonio López de Santa Ana (1794–1876), fue presidente
            de México 11 veces a lo largo del siglo XIX. Este personaje está
            considerado como uno de los grandes villanos de la historia de este
            país.  Era un hombre vivaracho,  alegre,  servil  y zalamero con los
            superiores; siguiendo ese camino se abrió paso en el mundo de la
            política. Lo curioso es que para un importante sector de la población
            representaba la mejor opción para llevar las riendas de la patria.
            Rodeado de aduladores que le festejaban sus excesos, se hizo llamar
            el Napoleón del Oeste, El Benemérito de la Patria, El Guerrero
            Inmortal de Zempoala, Su Alteza Serenísima. Amaba los desfiles,
            los uniformes militares y los banquetes oficiales, pero gobernar no
            le resultaba tan atractivo, pues conllevaba responsabilidades. Así
            que, una vez en el poder, lo abandonaba cuando se sentía agobiado
            por las presiones y se marchaba a sus haciendas de Manga de Clavo
            o El Encero en Veracruz, alegando problemas de salud. En su lugar
            dejaba al vicepresidente en turno. Pero cada vez que renunciaba en
            medio de un arrebato de ira, de una bajada de ánimo o salía huyendo
            a causa de algunas de sus pifias, un grupo de sus seguidores iba a
            buscarlo para  convencerlo  de  que la  patria  lo  estaba  llamando.
            Además, le organizaban una entrada a la capital del país con repique
            de campanas y balcones adornados; una vez que su ego se satisfacía,
            la sonrisa volvía a su rostro.


            El saldo de su paso por la presidencia de la República fue desastroso.
            México perdió más de la mitad de su territorio y, además de conducir
            a la bancarrota al país, propició el atraso democrático y sangrientas
            guerras internas con  los seguidores de  su  peor  enemigo,  Benito
            Juárez García.











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