Page 84 - Preludio los días de mi juventud
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que sus hijas asistieran a los bailes que organizábamos por las
noches y que, al finalizar el evento, regresábamos a entregar a las
muchachas hasta la puerta de su casa. Pusimos en práctica el hábito
de la sana convivencia e hicimos uso de la prudencia y el buen trato
con todas las personas del pueblo.
El buen trato es fundamental para el sano desarrollo de las relaciones
interpersonales.
La cortesía, la gratitud, la bondad, son virtudes que, entre otras
cosas, son semejantes a una planta que recibe agua cada día, lo que
le permite mantenerse viva; pero cuando no se riega, empieza a
morir paulatinamente. Todo joven sueña con una relación amorosa,
para lograrlo, necesita aprender a desarrollar el buen trato hacia
los demás. Los colegiantes de Copala estábamos unidos porque la
mayoría estudiaba la carrera de maestro normalista.
En esa época tener novia y verla para platicar con ella, no era fácil,
pero nuestro ingenio nos sacaba a flote, a veces invitábamos a varias
muchachas a ver la puesta de sol, desde luego, entre ellas iba la
novia, o aprovechábamos los cumpleaños y otros festejos.
El periodo vacacional de 1962, estaba terminando, acordamos salir
todos de Copala el mismo día, pero un día antes, sucedió una tragedia
que nos hizo temblar a todos.
Nuestro compañero colegiante Abraham Salazar, un día anterior de
la salida, le pidió dinero a su padre para el regreso a su escuela en
la Ciudad de México, el papá le autorizó vender una marrana gorda;
entonces Abraham amarró la marrana para llevarla a vender; pero
su hermano mayor le marcó el alto, sacó un rifle, le hizo dos disparos
y lo mató.
Después del velorio lo llevamos a sepultar al panteón municipal, le
dimos la despedida y nuestro regreso a las escuelas donde estudiaba
cada uno de nosotros, fue con el corazón triste y con retraso de dos
días.
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