Page 55 - El Sembrador de esperazas
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Remanso de paz
Era un niño alegre, consideraba ese espacio como el único lugar
donde podía ser una mejor persona. Y aunque a veces sin saber
porqué me expulsaban, me gustaba volver a esa bendita escuela.
Cuando eso sucedía –después supe que era por rebelde y travieso–
me prometía a mí mismo portarme bien.
Al principio, no entendía porqué los maestros y compañeros me
consideraban el más tremendo de la clase. Tampoco yo entendía
porqué me portaba así…, y tampoco hoy lo entiendo.
Mis travesuras y mi buen humor no se extinguían, a pesar de algún
varazo o castigo que me ganaba a pulso, eran otros tiempos.
A pesar de sacarle las canas verdes, moradas y de todos colores a mi
maestro, él me defendió y protegió durante todo ese ciclo escolar.
Ese hombre me enseñó el valor de la escuela y de la educación en
las personas.
—Por favor no abandones la escuela, creo en ti. Tienes muchos
talentos, me lo comentó al final del ciclo, con uno de esos
abrazos que se extienden hasta la eternidad.
Por muchas razones ya no pude volver a la escuela. Siendo
completamente huérfano desde los 11 años, tuve que trabajar para
que mis otros hermanos comieran.
Mas…, ¿quién olvida ese remanso de paz que es la escuela?
Cuando me lo comentó ese padre de familia, se me escurrieron las
lágrimas, teníamos historias similares pero yo pude estudiar. Desde
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