Page 15 - Entes y apariciones entre nosotros
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ella tiraba la pelota y sin que hubiera un desnivel, ni otra persona
cerca, el balón regresaba rodando.
Entré a ver a mi amiga, ella se encontraba abrazando a su hijo, al
tiempo que le decía:
—Quédate aquí conmigo hijo, juega aquí.
Al ver que todo estaba bien, regresé al almacén y cuando atravesé
por el pasillo, alcancé a escuchar unas vocecitas que, divertidas,
platicaban, al tiempo que veía la pelota rodar hacia la niña, se me
heló el cuerpo, pero lo que quería era salir lo más rápido de allí, así
que continué juntando mis cosas.
Fueron varias las vueltas que di del almacén hacia la dirección, y
en todas ellas, vi a la niña jugar alegremente con alguien más, pues
escuchaba cómo reía al tiempo que pedía que le devolviera la pelota,
y nuevamente era testigo de cómo volvía a ella.
Terminé lo más pronto que pude, pero la angustia me envolvía. Le
mostré a mi compañera todo lo que dejaba y lo que me llevaba, a la
vez que le comentaba que pasaría a ver a nuestra jefa para hacer la
entrega en documento. Nos despedimos con agrado, le di un besito
a su niño y le dije que tuviera cuidado con la niña, pues estaba solita
en el patio.
La verdad, no me quise despedir de la pequeña, el miedo me
empujaba para salir de allí, así que, tomé mis cosas personales y
recorrí lo más rápido que podía el corredor que lleva a la puerta, y
justo cuando estaba a punto de salir, escuché dos vocecitas que me
gritaban:
—¡Adiós miss!
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