Page 141 - Preludio los días de mi juventud
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años, no aceptaban el término “deficientes visuales” como algunos
tecnólogos solían llamarles.
Segundo: dijo, la escuela nacional para ciegos, cuenta con las
instalaciones necesarias de capacitación para el trabajo de personas
ciegas que aquí llegan con el fin de aprender un oficio que les
permitirá ganar dinero decorosamente al egresar de esa institución.
Tercero: enfatizó que cada alumno podía aprender uno o varios
oficios, los cuales les servirían en su vida cotidiana generando
ingresos económicos y no ser una carga o un estorbo dentro de sus
familias; eran seres humanos como cualquiera de nosotros.
Cuarto: nos invitó a pasar a los diferentes talleres; quedamos
sorprendidos al ver cómo manipulaban las máquinas y las
herramientas de trabajo; armaban escobas, trapeadores, muebles y
utensilios para el hogar.
Terminado el recorrido por los diferentes talleres, pasamos al salón
de actos, donde vimos la actuación de un trío de cancioneros que nos
deleitaron con sus guitarras y voces, interpretando bellas canciones
como si fueran artistas profesionales. Les aplaudimos y les dimos las
gracias por el momento tan agradable que nos hicieron pasar.
Salimos del edificio y buscamos el autobús, subimos, el chofer
encendió el motor y regresamos a la escuela normal de Roque,
cansados por tantas actividades, pero con muchos conocimientos
valiosos que nos servirían en el futuro.
En la siguiente clase de psicología educativa, el maestro nos pidió la
evaluación de lo observado en cada una de las escuelas visitadas y
llegamos a la conclusión que el medio ambiente donde se desarrolla
la persona, le enseña y lo educa, dándole el aprendizaje que muchas
veces no se encuentra en las aulas de las mejores escuelas.
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