Page 87 - Una vida dedicada a la enseñanza
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La vida había dado un giro para María. Aunque ya no estaba en
el aula, su influencia seguía viva en todos aquellos que la habían
conocido. Y mientras avanzaba en esta nueva fase de su vida, con su
familia a su lado, y rodeada de recuerdos y legados, María se sentía
agradecida por cada momento vivido y esperanzada por todos los
que aún estaban por venir.
Mientras el sol naciente iluminaba las históricas calles de Guanajuato,
María comenzó una nueva rutina. Cada mañana, después de un
desayuno ligero, se dirigía al centro de jubilados de la ciudad, un
pintoresco edificio colonial que había sido restaurado para albergar
a los ciudadanos mayores de la comunidad.
En el centro, María rápidamente se convirtió en una figura destacada.
Se inscribió en clases de baile, aprendiendo danzas tradicionales
mexicanas y, para sorpresa de muchos, incluso se aventuró a probar
el tango. Sus pies, que durante décadas habían caminado por los
pasillos de escuelas, ahora se movían con gracia y alegría al ritmo
de la música.
Además, María formó parte de un grupo de teatro del centro,
llevando sus habilidades pedagógicas al escenario, crearon
representaciones basadas en sus propias vidas, narrando historias
de amores, desamores, luchas y triunfos. Aquellos que asistían a sus
funciones, especialmente los más jóvenes, quedaban fascinados al
escuchar las vivencias de una generación que había vivido tiempos
de cambio y desafíos.
Mientras tanto, su salud mejoró notablemente, las caminatas
matutinas y las clases de baile fortalecieron su cuerpo y su
mente. Aunque seguía tomando medicamentos para la diabetes e
hipertensión, bajo la supervisión de su médico, logró reducir las
dosis gracias a su nuevo estilo de vida activo.
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