Page 14 - Grandes maestros de América José Martí e Ignacio Manuel Altamirano: ¿Vidas conexas o ideas paralelas?
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y persona caracterizada por su humanismo y bondad, fue durante varios
años Subsecretario de Gobernación de México. También Secretario del
Gobierno del Distrito Federal. Con ese cargo, en unión del padre del
Maestro, recibió a José Martí el 10 de febrero de 1875 en la capital del
país, quien viajó a ella en un tren procedente de Veracruz.
Desde ese instante inició entre ambos una amistad que continuó
desarrollándose aún después de que Martí residiera fuera de México. Para
muchos estudiosos de la vida y obra del Apóstol de la Independencia de
Cuba esa relación con Mercado llegó a ser tan sincera y profunda que
éste se convirtió en su más fiel y cercano confidente. Así lo avalan más
de 140 cartas que fueron guardadas celosamente por el mexicano. En
ellas el cubano trató desde cuestiones personales de índole familiar, hasta
consideraciones trascendentales de tipo político.
Fue a Manuel Mercado a quien José Martí, ya en la manigua cubana al
frente de la guerra de independencia, el 18 de mayo de 1895, escribió su
célebre carta considerada su testamento político (inconclusa, porque cae
abatido por balas colonialistas al día siguiente), y donde el Héroe el objetivo
mayor de la lucha que había desencadenado y confirma su manifiesto
carácter antiimperialista. Así le dice a Manuel Mercado en los primeros
párrafos de ese imprescindible texto epistolar:
“Mi hermano queridísimo: ya puedo escribir: ya puedo decirle con qué ternura y
agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía y orgullo y obligación; ya estoy
todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber- puesto que lo entiendo
y tengo fuerzas con qué realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba
que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre
nuestras tierras de América.
“Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como
indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse
en lo que son levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin”.
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