Page 199 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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sobrevivientes del que fuera un bullicioso vecindario hace muchos años, los
            demás predios, o son almacenes o son talleres de algo.


            Mi desaparecido vecindario estaba  integrado por gente  de clase
            económicamente baja, aunque hubo entre ellos varios profesionistas, como
            lo fueron mis papás. Algunas familias procedían de diversas poblaciones del
            estado, pero se habían urbanizado muy pronto y eran amables, tranquilos
            y muy solidarios.


            El único foco rojo se encontraba (y se encuentra) en el cruce de las calles 69
            x 78, aunque en aquellos ayeres su clientela sabatina infalible la constituían
            los rastreros, como eran conocidos los honrados trabajadores del rastro de
            la ciudad, situado entonces a unas cuantas cuadras del lugar; precisamente
            donde  ahora  se  encuentra  un  supermercado,  cuya  entrada principal  se
            ubica en la avenida Itzaes.


            Como ese día de la semana recibían su paga, aquel establecimiento de
            etílicos rebosaba de clientes, muchos de los cuales guardaban entre sí viejas
            o nuevas rencillas, que solían dirimir al calor de los alipuses y entonces
            comenzaban los catorrazos primero, degenerando muchas veces éstos en
            el empleo de armas punzocortantes, casi siempre las mismas chairas con
            que picaban al ganado.


            Los  vecinos  nos  enterábamos  que  había  sucedido  chipote  con  sangre,
            cuando  escuchábamos  las  sirenas  de  la  ambulancia  y  veíamos  llegar  la
            x’tabay, transporte gratuito para los rijosos, aunque los policías a cargo
            hacían, además, razia con quienes estuvieran por ahí, aunque fueran sólo
            mirones. Fuera de esas incidentales situaciones, la mayoría de los vecinos
            eran gente tranquila y amable.


            La casa familiar, ahora también la mía y la de ustedes, se encuentra con el
            frente sobre la calle 69 y a sus costados la limitan las calles 78 y 80. En esta
            última tuvimos a nuestro primer cholo o cholito, como le decía la gente de
            cariño.



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