Page 195 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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De policías y ladrones de verdad
Soy aficionada, cuando mi tiempo me lo permite, a las series policiacas
televisivas, entre otras cosas, porque desarrollan todo su argumento en
una hora, al término de la cual uno ya fue testigo de toda una trama, casi
siempre interesante. Algunas están mejor escritas que otras y con actores
que dan el tipo apropiado. Otras, con escritores menos imaginativos, con
un guión algo incongruente, a pesar del esfuerzo de los escritores por sacar
éste a flote. Y otras, al contrario, la historia es buena, pero los actores no
se esfuerzan mucho.
No obstante, prefiero cualquiera de ellas a los culebrones que se eternizan
en los canales mexicanos, que no sé porqué insisten en esos argumentos
en los que siempre la polémica, la envidia, el odio, incluso entre familiares
cercanos, es la tónica constante, y además, se alargan artificialmente sin
razón. Bueno, pero éste es otro cantar.
Volviendo a las series policiacas, que por cierto ya casi todas son gringas
o distribuidas por franquicias norteamericanas.
Cada una de estas series compite con situaciones que se refieren a personajes
reales de las mafias actuantes en los diversos países latinoamericanos, sobre
todo en México, aunque también sacan a relucir a la mafia rusa, la polaca,
en fin, dan a entender que el crimen ahora es internacional y se genera en
gran medida en suelo norteamericano.
De toda esa gama, hubo una que, como maestra interesada siempre de lo
que sucede con la niñez y la adolescencia mexicana, o de cualquier parte
del mundo, me llamó mucho la atención por la novedad de que él o los
escritores del guión, de pronto introdujeron a un personaje adolescente
que en una de las redadas cae en poder de un grupo de policías cuya jefa es
una abogada experimentada y que, después de comprobar que aquel chico
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