Page 198 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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Recuerdos y más recuerdos
Mérida es ya una gran ciudad, de eso no hay duda y, corno tal, va
adquiriendo una imagen diferente para quienes la conocimos hace más de
ocho décadas.
Yo poseo un pedacito de ella, vía donación de un pequeño terreno que
mis padres me escrituraron y un préstamo del ISSSTE que me construyó
la casa que actualmente habito y que es el único patrimonio que, a mi vez,
donaré a mi descendencia.
Tener a Mérida como mi hogar geográfico y social, es un encanto.
Sobre todo porque nunca me he alejado de todo lo que me es querido y
recordado.
Cada uno de nosotros tiene su historia de vida y la mía se relaciona con
mi céntrico entorno.
Mis papás adquirieron la casa paterna en la entonces colonia San Marcial,
situada en el que ahora es denominado el centro histórico de la ciudad.
Incidentalmente, este predio quedó situado a siete esquinas de los suburbios
más poblados de aquellos años de la ciudad de Mérida, pues la misma
distancia nos separa de Santiago, que de San Sebastián y de San Juan.
De los tres, los más bullangueros fueron siempre Santiago y San Sebastián.
San Juan ha sido el más fervoroso quizá, pero de puertas adentro de su
iglesia; no recuerdo que se hubiera celebrado en su entorno feria alguna.
Al estar ubicado mi domicilio actual, al lado exactamente del que fuera
el de mis padres, mi situación urbana es por tanto la misma; la diferencia
está en que en esa cuadra de la 69 entre 78 y 80 únicamente los vecinos de
enfrente, otra viuda que vive sola casi al lado mío y yo, somos los únicos
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