Page 61 - Los objetos del poder
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de desagrado, no les quedó de otra que acceder y aceptar, al paso de muy
poco tiempo, ellas se hicieron buenas amigas y las siete pudieron convivir
con tolerancia, gran armonía y paz.
Para esos tiempos ya se levantaba un castillo para el emperador y su
familia, demasiadas personas trabajaban en ello, más que nada por buenas
intenciones de los lugareños y no porque diera las órdenes el mismo
emperador, que todos querían, y que pasó de ser gobernante a rey con
preparar un torneo y ganarlo.
Los tres años desde que el portador obtuvo el libro se avecinaban, Barto
pensó por varios días a quién y cómo revelar el secreto, hasta que tomó
su decisión, quién mejor para confiar en toda su existencia, que su propio
padre, y se enfocó en cómo sería la dinámica de ese acontecer.
Despertaron por la mañana del 5 de abril del tercer año, Barto llamó a
su progenitor, –padre mío, quiero contarte una historia que hasta ahora
nadie sabe, acompáñame por favor, que será muy larga esta charla. Albus
desconcertado accedió y siguió a su hijo, se fueron a un prado con un
arroyo cercano y llevaron comida para degustar en ese lugar. Al llegar, el
diálogo inició, –¿qué historia me quieres contar hijo mío? El unigénito
respondió, –cuando me fui de Magna hace más de tres años, no tardé
mucho tiempo en conocer una cueva cerca de las montañas del norte,
todos los habitantes conocían esa cueva, y a mí no me llamaba la atención,
pero poco después descubrí, que la cueva tenía un camino recto como
de un hectómetro de longitud, y al terminar ese camino comenzaba una
pronunciada bajada que ninguna persona había descendido antes, según
los mismos pobladores de aquel lugar, entonces me aventuré a entrar
en esa cueva y me propuse bajarla, llevando conmigo lo necesario para
hacerlo.
Efectivamente los primeros 100 metros eran totalmente rectos, y después
una caída que parecía no tener fin, porque al arrojar piedras a ese sitio, se
escuchaba su rebotar al chocar y caer con las paredes de la caverna y con
piedras a desnivel.
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