Page 14 - Cuatro tres historias de amor
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la actualidad; sin embargo, la idea de replicar la escena, siendo ella
            la protagonista, le pareció un divertido experimento, así que durmió
            con un plan infalible en su cabecita, el cual pondría en marcha el día
            siguiente.


            Se despertó tarde, estar descansada es vital para un rostro luminoso
            y preparó el baño con las sales minerales de su madre que usaba
            siempre cuando acudía a un evento social con su padre. Decidió
            usar  el  vestido  azul  regalado  por  sus  amigas,  pues  hacía  lucir  su
            cuerpo bien proporcionado y les daba realce a sus piernas torneadas,
            resultado de las clases de baile que tomó a lo largo de su vida. Se
            puso el brillo para labios de las fiestas, tomó su pequeña bolsa y
            salió directo a la nevería ubicada a tres cuadras de su casa, sobre una
            avenida principal, por la que siempre pasaba una gran cantidad de
            coches, cuyos conductores, atraídos por los colores llamativos de la
            nevería, se detenían a saborear un delicioso helado, despistando así
            el calor y el cansancio acumulados.


            Durante el trayecto, caminó serena, obsequiando miradas y sonrisas,
            a toda persona con la que se topaba.


            Al fin llegó a su destino, era la hora de salida de los trabajos y la
            escuela, por lo tanto, la avenida estaba muy concurrida. Entró muy
            segura a la nevería y pidió una nieve de pistache doble, salió del lugar
            con aquella tranquilidad de los que saben que el mundo es suyo, se
            colocó en la esquina del local donde había unas mesitas pequeñas
            color amarillo y se sentó en aquella desde la que alcanzara a ver los
            coches pasar por la intersección, pues, si ella los veía, también sus
            dueños lo harían.


            Los resultados no se hicieron esperar, 15 minutos después de tomar
            su lugar estratégico, un flamante auto clásico restaurado, modelo 1975
            se dirigía hacia la esquina, el conductor paró en seco el coche para
            verla. Ella, lo reconoció, era un joven, con cara de niño, con quien
            coincidía en ocasiones cuando iba a visitar a una amiga al colegio
            donde estudiaba, nunca cruzaron palabra, sólo miradas furtivas.




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