Page 17 - Cuatro tres historias de amor
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Una tarde, cuando llegó a la academia, su maestra no apareció a la
            hora acostumbrada. Fue desconcertante para las alumnas, porque
            la puntualidad es parte de la disciplina, lo decía una y otra vez la
            miss Rodríguez, entonces, la tardanza era una falta grave a sus
            enseñanzas. Después de cinco minutos, llegó al salón la directora
            de la academia en compañía de una mujer joven vestida con ropa
            de baile. Les pidió tomar la formación de siempre en las clases y les
            presentó a la señorita Laura Rodríguez, hermana de su instructora
            anterior, quien estaría con ellas durante los tres meses siguientes
            cubriendo a su maestra, quien sufrió un desafortunado accidente
            automovilístico, impidiéndole bailar por todo ese tiempo.

            Las alumnas se miraron de reojo, una preguntó por la salud de su
            maestra anterior, y cuando les hubieron informado que todo estaba
            bien, decidieron darle una oportunidad a la hermana de su maestra.
            Cuando la directora se retiró, la maestra Laura comenzó con las
            presentaciones, luego a explicar cómo trabajarían ese día, basándose
            en lo que la miss Rodríguez le informó de sus alumnas y sus clases.

            Carolina permaneció atenta a las instrucciones. Mientras observaba
            a su nueva maestra, notó que en la puerta del salón había alguien,
            no alcanzó a distinguir quién era, pero intentó no distraerse. Así
            pues, comenzaron con ejercicios parecidos a los de siempre, lo que
            la hizo sentirse cómoda con la nueva instructora. La joven bailarina,
            seguía las rutinas, la música, las figuras, cuando de pronto, notó
            que otra vez alguien espiaba por la puerta. Era molesto sentirse
            observada, entonces, decidió poner solución al asunto y cuando
            tuvo oportunidad, pidió permiso a la miss Laura para ir al baño, con
            el objetivo de descubrir quién espiaba.


            Fuera del salón, se topó con un jovencito sentado en el suelo a un
            lado de la puerta, con audífonos en los oídos y los ojos cerrados, no
            se dio cuenta de la presencia de Carolina, quien permaneció parada
            frente a él, esperando alguna reacción. Era un joven de su misma
            edad, delgado y al parecer alto, con pantalones negros, playera del
            mismo color con el logo de Iron Maiden, encima, una sudadera




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