Page 21 - Cuatro tres historias de amor
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presentarla. Después de los saludos, le dijo que esperara en una
            banca, mientras ellos practicaban, entonces fue a montarse en la
            patineta para saltar por montículos de cemento, luego por vigas de
            equilibrio y hacer piruetas con la patineta sin movimiento.


            El ver a Luis en acción, la dejó anonadada. Se sabía de memoria
            casi todas las fotos publicadas en el Facebook de su amigo, pero
            verlo en vivo, era una sensación estupenda. Cuando terminó una
            pirueta, se acercó para preguntarle cómo estaba y si le había gustado
            todo lo hecho por él y sus amigos, entusiasmada contestó que sí;
            Luis le preguntó si quería subirse en su patineta, ella, abrió los ojos
            sorprendida, pero la idea fue tan emocionante que no pudo negarse,
            además, sería una manera de acercase más a su amigo.


            Con cuidado, la ayudó a colocarse en la pequeña tablita, sin soltarla
            la fue guiando por un pequeño tramo plano hasta llegar a un
            montículo bajo de cemento, al llevar impulso, continuó el recorrido,
            pero cuando sintió el cambio de nivel en el suelo, Carolina se asustó
            y tambaleó, por lo que bajó un pie de la patineta y se detuvo. Luis
            le preguntó si quería dejar el ejercicio para otra ocasión, pero
            ella le pidió que lo hicieran otra vez porque deseaba pasar ese
            pequeño obstáculo, entonces, la llevó nuevamente hasta  el  lugar
            donde iniciaron, la tomó de las manos, comenzó a guiarla y ahora
            sin titubear pasaron por el montículo, pero Carolina cayó al suelo,
            golpeándose las rodillas.


            Luis se asustó un poco por el golpe, arrepintiéndose de no haberle
            prestado su equipo de protección, pero Carolina sonrió y no podía
            ocultar la emoción generada por lograr esa pequeña pirueta. Con
            la ayuda de su amigo se levantó y éste la abrazó para consolarla por
            el golpe. Ella sintió un calor en sus mejillas y deseó durara mucho
            tiempo ese momento.


            Después, la tomó de la mano, caminaron hasta una banca para
            sentarse  y revisar  los raspones  hechos por la  caída. Apenas  se
            dibujaba una línea de sangre en ambas rodillas, por lo que no sería




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