Page 19 - Cuatro tres historias de amor
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—Soy Luis y tú, ¿cómo te llamas?, —preguntó.
—Yo, Carolina, mucho gusto.
—No sé si vuelva a venir, pero, ¿me podrías pasar tu Facebook?,
—pidió el jovencito algo apenado.
Al principio, le sorprendió la petición, pero, a fin de cuentas,
es el hijo de su nueva maestra y sobrino de su maestra anterior,
así que, tal vez, valdría la pena tenerlo como contacto por si
algo se llegara a ofrecer.
—Sí, préstame tu cel para enviar la invitación, —le contestó ella.
Él, se lo dio.
El trámite fue rápido, una vez enviada la solicitud de amistad, le
regresó su teléfono y le dijo que llegando a su casa la aceptaba.
Llegó la miss Laura, apresurando a su hijo para irse y se despidió de
Carolina. Luis, antes de irse le dijo: “si había a alguien a quien espiar
en la clase, era a ti” y le guiño el ojo. Ese comentario la desconcertó,
pero, deseó llegar lo antes posible a su casa para aceptar su solicitud
de amistad y curiosear por sus redes sociales. No solía llevar celular
a sus clases de baile, para no distraerse.
Ya en casa, corrió a buscar su celular, tenía la invitación de Luis
en las alertas, la aceptó e inmediatamente comenzó a observar sus
fotografías publicadas. Había muchas donde estaba con su patineta,
ya sea encima de ella, o en la mano, incluso, algunas donde aparecía
haciendo piruetas en un parque con montículos y vigas, propios
para practicar ese tipo de ejercicio. Mientras bobeaba en esas
imágenes, Luis le mandó un mensaje y rápidamente comenzó una
conversación entre ellos que duró hasta la hora de dormir; quería
seguir hablando con él, pero su mamá le pidió dejar su celular e irse
a descansar. Se quedó con la sensación de mariposas en el estómago
ese día y, supuso, algo bueno pasaría de ahí en adelante.
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