Page 55 - Cuatro tres historias de amor
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Su madre, al verla, corrió a abrazarla y sintió su alma volver a su
            cuerpo. “Por fin has regresado, no me importa lo que hayas hecho,
            siempre serás bienvenida en este hogar, por fin regresas a quedarte”.
            Sara, le dirigió una mirada lejana y sólo contesto: “no será por
            mucho tiempo, sólo en lo que Jaime arregla varios documentos,
            luego, vendrá por mí”. A Juana se le heló la sangre, pero ver a su hija
            con ella era, lo más importante por el momento, después trataría de
            arreglar lo demás.

            Pasaron dos meses y Jaime no regresó, ni siquiera llamó. Varias
            personas le decían que lo habían visto en un pueblo cercano,
            paseando con alguna chica, pero, volvía a desaparecer. En ese lapso,
            Sara se enteró que esperaba un hijo; fue una noticia que la llenó de
            gozo, pues era el “pretexto” perfecto para que su amor regresara
            por ella; alguien le tendría que contar sobre su estado y, por fin, se
            cumpliría su sueño de formar una familia. Juana, sabía que eso no
            ocurriría. No podía disminuir el dolor del abandono sentido por su
            hija, pero, esperaba fuera lo suficientemente fuerte para afrontar lo
            venidero.

            El tiempo pasó y Sara dio a luz a un niño, al que le puso el nombre del
            padre, a pesar de que no había aparecido hasta el momento. Tener a
            su hijo le recordaba el amor sentido por un hombre al que nunca le
            interesó, pero, al que esperaba cada día de su vida. Al cumplir seis
            meses el pequeño Jaimito, apareció su padre. Llegó a la casa de Sara
            cuando ni la madre ni los hermanos se encontraban con ella, quien,
            al verlo parado en la puerta, corrió a sus brazos y con lágrimas en
            los ojos, le pidió que la llevara con él a donde quiera que fuera.


            Jaime regresó el abrazo y besó a la chica como si nada hubiera
            pasado; le pidió conocer a su hijo, por lo que, la joven madre, lo
            llevó hasta la cuna del bebé. Ahí, el padre del niño lo cargó entre
            sus brazos, le dirigió una mirada de amor incondicional y le dio un
            beso. Luego, lo regresó a su lugar, para dirigirse a Sara y avisarle
            que no se quedaría, pues salía al día siguiente a otro largo viaje.
            Ella, le rogó llevarla con él nuevamente, pero, el hombre se negó
            rotundamente, pues no podían cargar con un bebé  y no pensaba



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