Page 16 - Afuera en lo profundo
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la política y hasta la educación, son propensas a instrumentalizar
las emociones para manipular a las personas, en conformidad con
ciertos fines.
Incapacitados para reconocerlas y aceptarlas, sospechamos de las
emociones porque de ellas nos han hablado en términos maniqueos
–las hay buenas y malas–; en efecto, hemos aprendido a sentir culpa
respecto de ellas. Nada más común que afirmar: “es malo sentir enojo,
tristeza y asco; en cambio, es bueno sentir alegría”. Sin embargo,
¿qué pasa con el afecto? Esta emoción despreciada muchas veces
por el hombre causa suspicacia, pues, dicen, puede acarrear vicios
de conducta, como la dependencia y, en esta sociedad moderna, no
hay que estar sujeto a nadie; así que es mejor evitarla. Entonces, el
miedo se convierte en un constante alertarse, esconderse o huir,
así lo advertimos en el cada vez mayor consumo de armas de fuego,
servicios de seguridad privada, circuitos de monitoreo, privatización
de los fraccionamientos, botones de pánico, cursos de defensa
personal, en la desinfección de lo que tocamos y, sin ir más lejos, en
las relaciones interpersonales enlazadas por la indiferencia.
Ahora, el afecto, a pesar de su explotación comercial, es blanco
de libros, campañas, conferencias, tutoriales y memes que, por un
lado, tildan de malo el anhelo de encontrar a la media naranja y,
por el otro, hacen creer que no tenemos límites, que uno puede
solo y que esto es mejor que andar mal acompañado; sin duda, si la
plenitud dependiera nada más que de optar por la actitud positiva.
Aunque, tal y como voy comprendiéndolo, la plenitud es incluso
acoger la sensación de que algo falta, a pesar de que este mundo
ofrezca una gran variedad de paliativos. ¿No será precisamente por
eso que los escaparates del amor y cualquier simulacro de espanto
sean ventanas a nuestro presente, ganancias aseguradas?
La intencionada integración de las emociones parece muy
conveniente, y no podría estar en desacuerdo, en tanto que
aspiro a una vida plena. Pero, señalo que en la insistencia de ser
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