Page 18 - Afuera en lo profundo
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¿Hacia dónde se moverán los personajes enfrentados con la emoción
            que cada cuento sugiere?


            La mayoría de los personajes comienza negando alguna emoción
            y, al final, encuentra que ese no era el camino, pues quienes hacen
            caso a sus emociones, acogen la vida. En contraste, la vida en
            nuestra sociedad, representada por los personajes que dicen “no”
            a vivirla como tal –a cambio de una segura parcela de prejuicios y
            de vitrinas donde no pasa nada, sólo miradas que no estremecen
            porque nada hay que estremecer–, está mutilada. Lo peor de todo,
            es que son personajes que han permitido su disminución o que
            se han automutilado por temor a sentir. Tal vez, similares al ser
            humano, ganan un satisfactor que les apena reconocer o del cual
            no se hallan conscientes. Nos encontramos allí, aunque no seamos
            nosotros, somos esos personajes que circundan nuestro alrededor y
            acaso en la empatía que genera la literatura.


            A veces estas ficciones coincidirán con la realidad y otras no,
            de manera que no es mi intención emitir prédicas con las que el
            lector se tenga lástima u obtenga una parodia de la realidad. Estos
            relatos nacen de una búsqueda que, a la luz de la razón, hace una
            crítica compasiva sobre nuestra cultura y los modos en que nos
            emocionamos; como resultado, el libro es una cavilación que
            enfoca la amenazada dignidad humana –a consecuencia de la falta
            de consciencia emocional– y tantea si esto puede ser de otro modo.


            Al menos yo, al escribir los relatos reunidos en este libro, me
            cuestionaba cómo sería la vida si atendiera en las emociones sus
            mensajes profundos: en el miedo, mi necesidad de protección; en
            el afecto, mi necesidad de vínculo; en la tristeza, mi necesidad de
            interiorización; en el enojo, mi necesidad de límites; en la alegría,
            mi necesidad de vitalidad; en el asco, mi necesidad de alivio; en la
            alerta, mi necesidad de integridad; en la sorpresa, mi necesidad de
            renovación; y en la calma, mi necesidad de dinamismo, al modo que
            sugiere la doctora Myriam Muñoz Polit, la filosofía existencialista




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