Page 52 - Preludio los días de mi juventud
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una flotilla de camionetas con servicio directo, y era el que más
utilizábamos para viajar; la pavimentación de la carretera entusiasmó
a los habitantes de los pueblos de la Costa Chica, se incrementó el
comercio, el turismo nacional, se abrieron las oportunidades para
los jóvenes que quisieran estudiar en otros lugares de nuestro país.
En Copala reactivamos la actividad deportiva, asistimos al segundo
Campeonato Regional de Básquetbol de la Costa Chica y obtuvimos
un buen lugar, aunque no el primero.
Las invitaciones a los bailes de bodas, de quinceañeras y fiestas
de bautismos, incluidos los paseos a la playa del mar y los juegos
deportivos, eran las diversiones comunes a las que asistíamos.
Cierta mañana, llegó a la casa una señora conocida de la familia,
pidiéndole a mis padres el favor para que yo hiciera la presentación
de su hija ante la sociedad de Copala, con motivo de festejarle sus
XV años de edad; mis padres después de preguntarme, ¿tú qué
dices?, la respuesta fue amable y afirmativa, la señora regresó a su
casa contenta.
Llegó el día de la quinceañera, cuando regresaron de la iglesia
después de la misa de Acción de Gracias, la orquesta de Copala la
recibió tocando las tradicionales mañanitas, ella estaba feliz, repartía
sonrisas por todos lados, lucía un hermoso vestido y una corona con
brillantes que alternaba con su belleza y su juventud, rodeada de sus
chambelanes empezó a moverse al compás del vals preparado con
antelación para esa fecha.
Cuando la mamá consideró que familiares, amigos e invitados
habían hecho acto de presencia, dijo que era el momento de hacer la
presentación; pedí al director de la orquesta un toque de atención,
de inmediato uno de los músicos hizo sonar su trompeta.
Haciendo uso del arte de la oratoria, pronuncié el primer discurso
dirigido a una juvenil quinceañera con palabras cargadas de belleza
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