Page 55 - Preludio los días de mi juventud
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Capítulo VIII
El orfeón y el trío
A principios de 1961, bien integrado y consolidado, listo para
enfrentar los retos de ese año escolar. Teníamos claridad en los
objetivos que íbamos a lograr de la meta trazada en el plan de
trabajo elaborado por el director de la escuela, las actividades y los
escenarios donde las íbamos a realizar. Uno de los objetivos era dar
prioridad a las clases académicas, sin descuidar las agroindustrias,
que formaban parte del plan de estudios. En el segundo año de la
educación secundaria, las nuevas asignaturas: física, biología y
álgebra, serían el coco para los que no les gustaba despejar fórmulas,
resolver ecuaciones y aprender de memoria el nombre científico de
las plantas.
En el horario semanal se contemplaban todas las actividades diarias:
5:29 a.m., toque de levante y aseo personal, de 6:00 a 7:50 a.m.,
clases en las aulas, a las 8:00 desayuno en el comedor; de las 9:00 a
las 13:50 horas clases académicas, educación física, agroindustrias
y talleres; a las 14:00 horas se servía la comida en el comedor, y
hablando del comedor, he de comentar que se nos educó para usar
correctamente el tenedor, el cuchillo y la cuchara; de no hacerlo bien,
se nos amonestaba. De las 15:00 a las 18:00 horas, se intercalaban
clases académicas, actividades manuales, el aseo de la escuela y el
entrenamiento de los equipos deportivos; de las 18:30 a las 19:30
horas, la cena; de las 20:00 a las 21:45 horas, a la biblioteca; y de las
22:00 horas en adelante a dormir hasta las 5:30 horas del siguiente
día, de lunes a sábado; el sábado de las 12:00 del día en adelante
teníamos libre hasta el domingo a las 22:00 horas. La estancia en
el internado de Roque era bonita, tres comidas diarias, dormitorio,
lavado y planchado de ropa, y los estudios gratuitos, el trabajo
que realizábamos era atender el campo de cultivos; los animales,
propiedad de la escuela, observar buena conducta y mantener un
promedio general de calificaciones de 8.0 como mínimo.
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