Page 15 - Una vida dedicada a la enseñanza
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Inicios en Guanajuato
Amaneció en Guanajuato con el familiar repique de campanas,
tan arraigado en el corazón de sus habitantes como el pulso
de la propia ciudad. El sol comenzaba a colorear los cerros y las
callejuelas empedradas, se llenaban del eco de pasos apresurados y
charlas matutinas. En una casa modesta, con paredes de adobe y un
pequeño patio que alojaba flores y cactáceas, María abría los ojos y
se estiraba, despidiendo el mundo de los sueños y saludando a un
nuevo día.
El aroma a café recién hecho se colaba por la rendija de la
puerta de su habitación, anunciando el inicio de la rutina diaria.
María, con sus apenas 10 años, saltó de la cama y se asomó por
la ventana, encontrándose con la vista de techos de teja y calles
que serpenteaban cuesta abajo. Sus ojos castaños brillaban con
curiosidad y expectación, cada día, era una nueva oportunidad para
descubrir, aprender y escuchar.
En la cocina, Margarita, su abuela, ya estaba en plena faena. La
anciana movía con habilidad la cuchara de madera en una olla,
preparando el desayuno; a pesar de su edad avanzada, Margarita
mantenía una vitalidad envidiable, y sus manos, aunque arrugadas y
marcadas por el tiempo, eran firmes y decididas.
¡Buenos días, mija!, –saludó Margarita con voz cantarina, sin voltear
a verla, sabiendo que María estaba allí, como todas las mañanas,
esperando su plato de atole.
María sonrió. —Buenos días, abuelita, –respondió, tomando asiento
en una de las sillas de madera. Mientras desayunaba, no podía evitar
perderse en los relatos que su abuela compartía, historias del pasado,
anécdotas familiares y leyendas de Guanajuato. Era su momento
favorito del día, un momento de conexión y aprendizaje. Sin
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