Page 20 - Una vida dedicada a la enseñanza
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Margarita sonrió, —Ay, niña, yo era muy joven, pero ayudé como
pude. Junto con otras mujeres de la comunidad, cocinábamos
y llevábamos comida a las familias afectadas, también tejíamos
mantas y hacíamos mascarillas para protegernos. Fue un tiempo de
solidaridad y de cuidarnos mutuamente.
María, inspirada por la fuerza y determinación de su abuela, sintió un
cálido sentimiento de gratitud y amor. —Abuelita, ¡eres increíble!,
–dijo, abrazándola con fuerza.
Margarita rio suavemente, —sólo hice lo que debía hacer, como
todos en esa época. Pero, vamos, ya es hora de cenar, continuaremos
nuestras historias mañana.
Ambas se levantaron, y mientras caminaban de la mano hacia la
cocina, María sentía que llevaba consigo un pedazo de historia, una
conexión con el pasado que la ayudaría a dar forma a su futuro.
Al día siguiente, la rutina matutina se desplegó con el típico bullicio.
El olor del café recién hecho y el sonido de la radio anunciando las
noticias del día, llenaron la casa. María, aún adormilada, se frotó
los ojos y se dirigió a la cocina. Margarita ya estaba allí, preparando
tortillas a mano mientras tarareaba una vieja canción.
—¡Buenos días, abuelita!, –saludó María, sonriendo ante la
familiaridad de la escena. Huele delicioso.
Margarita le guiñó un ojo. —Es una receta que tu bisabuela me
enseñó. Las tortillas hechas a mano siempre saben mejor.
María se acomodó en una silla, tomando una taza de café. Mientras
saboreaba el líquido caliente, pensó en las historias que Margarita
compartió la noche anterior. Una idea comenzó a germinar en su
mente.
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