Page 24 - Una vida dedicada a la enseñanza
P. 24

Al cabo de un rato, María levantó la mirada, con lágrimas en los
            ojos, y compartió con Margarita lo que había escrito. Era un poema,
            una oda a los amantes del Callejón del Beso, y a todos aquellos que,
            a lo largo de la historia, habían amado contra viento y marea.


            Esa tarde, al regresar a casa, ambas sintieron que su conexión con la
            ciudad y con las historias que la habitaban se había fortalecido. Sin
            darse cuenta, habían comenzado un viaje que las llevaría a descubrir
            más sobre Guanajuato, sobre ellas mismas, y sobre la magia que
            reside en la narración oral y escrita.


            María y Margarita continuaron su periplo por Guanajuato en los días
            siguientes. Cada mañana, armadas con una mezcla de entusiasmo
            y curiosidad, seleccionaban un nuevo destino dentro de la ciudad.
            Sin embargo, más allá de los lugares emblemáticos y las leyendas
            conocidas, Margarita llevó a María por rincones menos populares,
            pero igualmente cargados de historia.


            Una de esas tardes, llegaron a una plaza tranquila, adornada con
            árboles frondosos y un viejo kiosco en el centro. A diferencia de
            otras áreas de Guanajuato, no había muchos turistas. Era un sitio que
            los lugareños frecuentaban, donde los ancianos jugaban al ajedrez y
            los niños corrían descalzos sobre el césped.


            Margarita  se sentó en  una  de  las bancas  de  piedra,  indicando  a
            María que hiciera lo mismo. Observaron en silencio el ir y venir de
            la gente, y fue ahí cuando Margarita comenzó a narrar la historia de
            esa plaza.

                —Este lugar, cariño, es especial para mí. Aquí es donde tu abuelo
                  y yo solíamos venir a escuchar música los domingos por la
                  tarde. Era nuestra pequeña tradición. Él tocaba el acordeón y
                  yo cantaba canciones tradicionales mexicanas. La gente nos
                  rodeaba, algunos bailaban, otros simplemente escuchaban. Era
                  una época más simple, pero llena de vida y alegría.





            22
   19   20   21   22   23   24   25   26   27   28   29