Page 22 - Una vida dedicada a la enseñanza
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Leyendas y tradiciones
Durante las semanas siguientes, las tardes en la casa de María se
transformaron en sesiones de remembranza y escritura. Después de
la escuela, María tomaba su cuaderno y se sentaba junto a Margarita,
escuchando atentamente cada relato, cada anécdota. La sala de estar
se llenaba de risas, algunas lágrimas y, sobre todo, de historias que
viajaban a través del tiempo.
Un día, mientras Margarita tejía una bufanda para el invierno que se
avecinaba, comenzó a relatar la leyenda del Callejón del Beso. Fue
hace mucho tiempo, comenzó, cuando las calles de Guanajuato eran
testigo de amores y desamores, intrigas y pasiones.
María escuchaba, fascinada. Sabía que esta leyenda era una de las
más famosas de la ciudad, pero nunca la había escuchado de labios
de su abuela, quien añadía detalles y matices que la hacían única.
—Ana y Carlos eran dos jóvenes enamorados, –continuó
Margarita pero su amor era imposible. Ana era la hija de un
adinerado español, y Carlos, un humilde minero. Las paredes
de las casas en Guanajuato son tan estrechas que en algunos
lugares casi se pueden tocar con las manos, y justo en uno de
esos callejones, nuestros amantes se encontraban a escondidas
para robarle besos al destino.
La anciana hizo una pausa, sus ojos reflejando la emoción del relato.
Una noche, el padre de Ana los descubrió. Y en un arranque de furia,
hundió un puñal en el corazón de Carlos, justo mientras él daba un
beso a Ana desde el balcón opuesto. Se dice que el alma de Carlos
todavía ronda el callejón, buscando el beso que le fue arrebatado.
María quedó conmovida, sabía que detrás de las leyendas había
verdades y mitos entrelazados, pero la forma en que Margarita lo
contaba le daba una dimensión diferente, más humana y cercana.
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