Page 64 - De este mundo... y del otro
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intención de intervenir, en eso, en la parte posterior de la casa, apareció mi
            hijo, con una dimensión diferente a la mía, muy grande, poderoso. Él, con
            un movimiento brusco, estiró sus brazos al suelo, como aventando algo con
            mucha energía, y de pronto, advertí cómo, alrededor de mi casa aparecía
            una protección, la cual evitó que esos seres siguieran avanzando, poco a
            poco me fui relajando hasta llegar a mi cuerpo.


            Entonces sentí el  abrazo de  mi pequeño  hijo al tiempo que  me decía:
            —¿Qué tal que te defendí papá?, si no hubiera llegado, ¿quién sabe qué
            habría pasado?, ¿verdad?, el cuerpo se me llenó de una gran energía, la
            felicidad me cubrió y sólo pude abrazarlo y agradecer su intervención.


            Pero ahora  tengo  más dudas, entonces, hay poderes que  se pueden
            desarrollar, cómo hago para generar energía, cómo protejo a mi familia
            con ese blindaje, no creo que sea buena idea preguntarle a mi hijo, es muy
            pequeño para concebir esas cosas.


            Tengo miedo de saber más, siento que, si busco ayuda, podré percibir cosas
            peores, quisiera desaparecer esto que me pasa, que todo fuera mentira, que
            fuera un sueño del cual debo despertar, pero la cordura me regresa a la
            realidad, cómo es que mi hijo lo ha logrado, creo que no ha desarrollado
            sus poderes, sino que ya los tiene, y nuevamente el miedo por saber más
            me embarga.


            Esta gran preocupación me llevó a decidirme a compartir mi situación,
            así, llegué con una persona de mi absoluta confianza y tras tomar un café,
            las cosas fueron fluyendo y pude desahogarme, platicando todo lo que me
            había sucedido, tanto en lo personal como con lo de mi hijo, mi cuerpo
            se estremeció nuevamente, como si me encontrara simultáneamente en
            ambas  dimensiones, como  si  al describir las presencias, las tuviera a la
            vista, el anciano a quien me acerqué, también se estremecía, me escuchaba
            atentamente y podía ver su cara de preocupación.


            Me dijo que era muy bonito que pudiera tener esa conexión con mi hijo,
            que lo que me sucedía era un don, pero que tenía que conocerlo más a
            fondo para fortalecer mis habilidades y tener la posibilidad de defender


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