Page 63 - De este mundo... y del otro
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podían percibir las malas vibras y escucharse los lamentos, sentía como mi
            inmaterialidad se estremecía.


            El regreso fue fácil, rápido, bastaba con voltear a ver el recuerdo de mi
            casa para estar allí, entonces, sin saber cuánto tiempo había pasado, me
            dejé caer sobre mi cuerpo y entré en un sueño profundo, pacífico, justo
            a tiempo para escuchar sonar el despertador para iniciar las actividades
            familiares y  laborales, todo allí  era  paz, pero en mi mente  había una
            dualidad, no podía insertarme en esta dimensión de tranquilidad sabiendo
            que simultáneamente sucedían otras cosas.


            Sin embargo, he tenido que ser fuerte para coexistir en ambas dimensiones,
            aunque, cuando me pasa sólo a mí, no hay problema, mi preocupación y
            desesperación aumenta cuando allá me encuentro a mi pequeño hijo, y
            cuando regreso a mi cuerpo, él está frente a la puerta de mi recámara, o al
            ir a verlo a su cuarto, acostadito en su cama, voltea y me dice: —Tranquilo
            papá, estamos bien.


            No puede ser que mi pequeño también esté viviendo angustias y tormentos
            como yo, pero lo veo tranquilo, jugando feliz, tal vez su percepción sea
            distinta, porque cada que regreso, estoy  muy  cansado, me duelen  mis
            músculos, será que a los niños nunca se les acaba la energía.


            Ahora, más que nunca, estaba resuelto a proteger mi hogar, ya que mi
            pequeña bebé y mi esposa no deben estar expuestas, pero no sé qué hacer,
            cómo  actuar, cómo  se lucha contra esas  cosas, y  mientras estoy  en mi
            trabajo, de pronto mi mente está tratando de resolver tantos enigmas, será
            que en esta dimensión la moralidad haga que se mantengan lejos, no sé,
            pareciera ser un cuento, pero para mí es un tormento.

            En este momento, mi preocupación es mayor, ya que, en mi última salida,
            vi a las lechuzas frente a la casa, y también presencié como esas cosas se
            llevaron a varias personas en distintos puntos, como que esa era una mala
            noche, y para colmo, dos presencias fijaron su atención en mí, sentí el peor
            estremecimiento  de  mi vida, no sabía cómo  defenderme, cómo actuar,
            venían por mí, se estaban aproximando y las lechuzas no tenían la mínima


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