Page 58 - De este mundo... y del otro
P. 58
Mi pequeña visita
De pronto, escuché claramente una vocecita que me decía: —¡abuelo!,
¡abuelo!, volteé hacia la recámara, hacia el baño y aunque estaba
completamente solo en la casa, puedo jurar que oí nuevamente la voz de
esa pequeña.
Mi esposa ya me había comentado que también la habían escuchado
cuando estaba adornando la sala junto con mi hija, quien había regresado
temprano de trabajar y quisieron aprovechar la tarde; las dos habían
tomado todos los adornos que iban a utilizar, los pusieron sobre el comedor
y empezaron a clasificarlos para plasmar la idea que ya habían acordado,
y en el momento en el que más concentradas se encontraban, oyeron a sus
espaldas: —¡Mamá!, ¡Mamá!, inmediatamente sintieron como un aire frío
recorrió sus espaldas, ambas se quedaron viendo, sabían que estaban solas.
Y bueno, era algo muy raro lo que estaba pasando, ya que la casa a la que
acabábamos de llegar era nueva, sabíamos que no había sido ocupada,
pues el fraccionamiento también era nuevo, sin embargo, después de seis
meses de haber llegado, empezaron a suceder cosas, y creo que fui yo el
primero en saberlo.
Una tarde, al regresar de trabajar y entrar a la casa, vi a mi esposa en la
cocina y alcancé a ver a una pequeña niña pasar corriendo hacia una de las
recámaras, inmediatamente pensé en mi pequeña Yaz, saludé a mi esposa
y me fui hacia la recámara llamando a mi nieta, al mismo momento que
mi esposa me decía que la niña no estaba, pero…, ¡yo la acababa de ver!,
así que no le hice caso y me fui a buscar a mi niña en todas las recámaras
al tiempo que me volvía a decir: —Ya te dije que no está, deja de buscarla.
Después de intentos fallidos, regresé con mi esposa y le platiqué que
acababa de ver a la niña ir hacia la recámara, juraría que la vi corriendo,
pero al no encontrarla y ante el argumento de que mi hija y mi nieta no
habían ido a la casa, pensé que tal vez lo había imaginado.
56