Page 53 - De este mundo... y del otro
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Ayuda insospechada




               Esa tarde ya no quise entrar a la casa, me quedé afuera con mi hijo de
            tres años y con mi bebé de tres meses, ya no estaba dispuesta a estar sola
            y sufrir el miedo de presenciar lo que pasaba en nuestro hogar, prefería
            esperar a mi esposo, aunque tardara demasiado en llegar.


            Todo empezó después de que don Chinto murió, recuerdo que siempre lo
            veía afuera de su casa, recargado en una de sus paredes viendo la puesta del
            sol, a pesar de que no hiciera frío, él estaba con su jorongo y su sombrero,
            así justamente empezó mi suplicio, pues una semana después de que él
            falleciera, íbamos llegando a nuestro domicilio y al voltear a la casa del
            señor, allí estaba, viéndome, inmediatamente sentí como un aire frío me
            recorría todo el cuerpo, me quedé muda, seguía caminando, cargando a
            mi hijo, pero sin poder hablar, mi esposo llevaba a mi otro hijo, por eso no
            se dio cuenta.


            Cuando íbamos a entrar a la casa, volteó para pedirme las llaves y fue
            cuando lo notó, yo creo que, aunque era de noche, observó que estaba
            completamente pálida, muda, pues, aunque me preguntaba qué me había
            pasado, yo no podía contestar, así que rápidamente abrió, metió al niño
            y regresó inmediatamente  a  apoyarme, yo ya  había  entrado  a  la  casa,
            entonces, al mismo tiempo que tomó al bebé para llevarlo a la cuna, me
            dijo: —siéntate viejita, ahorita vengo.


            Al regresar, se sentó conmigo, me abrazó y empezó a frotar mi espalda
            mientras que decía: —¿Qué te pasó vieja? Poco a poco me fue regresando
            el color al rostro, entonces pude hablar, y enojada le dije: —Ya ves, te dije
            que aquí pasa algo.


            Pues sucede que hacía como un mes, en la casa a la que acabábamos de
            llegar a vivir, pasaban cosas raras, en las noches, cuando me levantaba
            a calentarle leche al bebé, sentía que alguien me estaba viendo, primero
            pensé  que  era  mi esposo,  pero  cuando regresaba  a  la  cama,  él  estaba
            completamente dormido, creí que era mi imaginación, por eso las primeras


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