Page 52 - De este mundo... y del otro
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cuerpo, acababa de iniciar una gran amistad, se sentía feliz, así que le dijo:
—Entonces, ¿no te molesta que tome los juguetes? A lo que inmediatamente
recibió la respuesta: —No, cómo crees.
Desde ese momento Pablito y el niño se hicieron muy amigos, jugaban
juntos y se divertían enormemente, su familia pensaba que tenía un amigo
imaginario, como es común, por ello no se preocupó, sólo lo notaron más
alegre y parlanchín que de costumbre.
Los días empezaron a pasar, Pablito y el niño eran muy alegres, hablaban
hasta por los codos, su confianza era plena, la timidez de ese niño había
pasado a la historia; de pronto, una tarde, llamaron a Pablito a la sala, allí
lo esperaba su mamá, quien le extendió la mano a tiempo que le decía:
— Hijo, nuestro compromiso se ha cumplido ya, debemos volver.
Pablito desconcertado, volteó a ver a su amigo con cara de tristeza por
dejarlo, pero feliz de haber cambiado su vida; el niño lo había escuchado
todo, pero no entendía, ambos se quedaron viendo a los ojos, como
despidiéndose con la mirada, al tiempo que su mamá empezaba a caminar
rumbo a la puerta de la casa, de la mano de Pablito, e iban poco a poco
desvaneciéndose a la vista de aquel alegre niño.
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