Page 56 - De este mundo... y del otro
P. 56

Así que, como al siguiente día, era sábado, aproveché para que fuéramos,
            tomamos a  nuestros hijos y nos encaminamos a  esa  localidad,  íbamos
            pensativos, con la esperanza de que esa señora nos ayudara, toda nuestra
            fe estaba puesta en esta visita.

            Llegamos al pueblo e inmediatamente la gente nos orientó de cómo llegar
            a la casa de esa señora, ya que era muy conocida, al llegar a su domicilio,
            vimos que había muchas personas, por lo que tuvimos que hacer fila, pero
            no importaba, al contrario, eso quería decir que en verdad era buena.


            Cuando nos tocó nuestro turno, entramos los cuatro, el lugar donde recibía
            la señora estaba lleno de veladoras de diferentes colores, por eso el ambiente
            se veía un tanto obscuro; al fondo se veían unos santitos, olía a incienso,
            había unas sillas y la doña nos esperaba de pie al fondo de la habitación,
            avanzamos hacia ella, con pasos lentos e inseguros, ella nos recibió con
            una sonrisa al tiempo que nos decía: —¡Pasen mis amores, aquí no les va a
            pasar nada!, como sabiendo lo que teníamos, y continuó diciendo: —¿Por
            qué se tardaron tanto en venir?, eso que les está pasando no es bueno.


            Ni siquiera nos dejó hablar, bien sabía lo que pasaba, y prosiguió: —sí, su
            vecino les quería advertir que en esa casa hay un embrujo, no se espanten,
            no es contra ustedes, pero no es bueno que vivan allí, así que nos dio unas
            hierbas, nos comentó que teníamos que ponerlas en aguardiente, dejarlo
            reposar una noche y después, rociar por la parte de afuera, toda la casa y
            principalmente por dentro, en la cocina, que era donde pasaban las cosas.


            Nos dijo que teníamos una semana para cambiarnos de casa, que con el
            remedio que nos estaba dando nada nos iba a pasar y nada nos iba a seguir,
            pero que teníamos que dejar ese lugar, que algo más estaba por pasar, pero
            que a partir de la visita que le habíamos hecho, ya estábamos protegidos,
            que nos fuéramos con confianza.


            Y de la semana que nos dio, me sobraron siete días, ya que, al regresar a
            nuestro domicilio, realizamos la cura que la señora nos dijo, empacamos
            nuestras cosas y salimos inmediatamente a la casa de mi familia, en lo que
            buscábamos otro lugar al cual irnos a vivir.


            54
   51   52   53   54   55   56   57   58   59   60   61