Page 189 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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Las posadas navideñas de la XEFC
Es inevitable, la Navidad obliga a nuestra mente y nuestro corazón a
recordar.
Algunos son recuerdos borrosos, vagos, pero otros son tan nítidos que hasta
se sienten aún olores y sabores; se escuchan voces y sonidos musicales; se
reviven situaciones y emociones tan distantes, que hasta parece increíble
que el cerebro pueda haberlas retenido por tanto tiempo. Pero ahí están,
haciéndonos reflexionar sobre muchas cosas, pero sobre todo, sobre lo
que significa la vida misma.
Hace setenta y cinco años, siete décadas y media, yo tenía siete años ya
respirando los aires del Mayab. Mi familia apenas se instalaba en la vida
citadina de la capital meridana.
Habían sido muchos años de vida itinerante por todo lo ancho y largo del
mapa del estado yucateco en su faceta de maestros normalistas del medio
rural. Entre los componentes de la misma estaba mi hermana mayor
que tenía un don divino, su voz de soprano coloratura con un timbre
increíblemente variado, de tal suerte que podía alcanzar tonos altísimos, e
igualmente graves o semigraves profundos.
Por esta cualidad participaba como vocalista en la casi recién fundada
Típica Yukalpetén y también tenía un programa de radio en el que hacía
dueto con la tía Himelda como le llamaba yo a la maravillosa contralto
Himelda Rosado Núñez, quien de igual modo cantaba en la mencionada
orquesta Típica Yukalpetén.
El dueto de Himelda y Ketty había trascendido a la radio con gran éxito
y el público meridano ya las reconocía como, entonces, jóvenes valores de
la canción yucateca.
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