Page 15 - Los objetos del poder
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En una ocasión Barto citó a sus amigos en ese prado, el tema a dialogar
era su viaje por el mundo, se reunieron los cuatro y Barto comenzó la
charla; –yo al igual que ustedes, tengo la edad suficiente para tomar mis
propias decisiones, y sé que desde hace mucho tiempo, les he comentado
que viajaré por el mundo, pienso volver a este lugar donde nací, crecí y
fui feliz; pero no sé cuánto tiempo tardaré en hacerlo, quiero despedirme
de todos ustedes, ya que mañana al salir el sol emprenderé mi viaje. Ánni,
la más centrada de los cuatro le preguntó, –¿hacia dónde te dirigirás?,
pero Fínix contestó por él, –de seguro no sabe hacia dónde va, sólo irá
rumbeando sin una ruta fija. Barto asiente y les dice, eso es correcto, no
tengo pensado ir a un determinado lugar, sólo viajar e ir de paso a donde
quiera que mi destino me lleve.
Marco, por otro lado, le pregunta, –¿tus padres ya saben que te irás mañana
al salir el sol? A lo que él contesta, –por supuesto que sí, hace un rato hablé
con ellos, y con mi padrino, Clorif. Él y mi padre sabían que este momento
llegaría rápido, pero mi madre no pudo evitar derramar sus lágrimas y
llorar, al saber que me marcharé tan repentinamente.
–Quiero decirles a ustedes, que son lo mejor que me ha pasado,
juntos hemos vivido grandes aventuras y proezas, espero volverlos a
ver pronto, les escribiré y estaré en contacto, nuestra amistad seguirá,
aunque me encuentre lejos, brindemos entonces (en tono de burla)
con esta botella que me robé de la cava de mi padrino.
Pasó un poco de tiempo, y en ese momento cayó la noche, entonces los
cuatro amigos se despidieron, sabiendo que uno de sus integrantes al
esclarecer el nuevo día, se irá y no volverá en bastante tiempo.
Todos se fueron a sus casas, y Barto llegó a la suya acompañado únicamente
de Marco, por vivir muy cerca el uno del otro, ya habían dejado de paso
a Ánni y a Fínix. Se despidieron en la puerta, y al entrar a la casa, Albus,
Murta y Clorif ya esperaban a Barto con una gran cena, su madre no
disimulaba su tristeza, y cargaba con una cara hinchada, que denotaba
que había llorado mucho, pero entendía que su hijo tenía la edad suficiente
para marcharse.
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