Page 16 - Los objetos del poder
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Por  otro  lado, Albus y Clorif  ya  estaban  un poco embriagados,  ellos
            pensaban diferente a Murta, sabían que Barto algún día volvería, además
            estaría en contacto con ellos cada vez que pudiera, no era el fin del mundo,
            sólo una nueva etapa en la vida de una persona que anhelaba viajar y
            descubrir qué existe en la lejanía.


            La cena era muy amena, con comida deliciosa y platillos favoritos de los
            cuatro comensales, transcurría serenamente y al iniciar la conversación
            Clorif le pregunta a su alumno y también ahijado.


                  –¿Tienes lo necesario para vivir? –¿Cómo planeas sostenerte? A lo
                  que el joven alumno contestaba, tengo tiempo ahorrando, eso me
                  bastará por algún lapso, además sé realizar muchas cosas, ustedes
                  mismos me las han enseñado, a donde quiera que vaya podré trabajar
                  por pequeños periodos para conseguir techo y comida.


                  Su padre le preguntó –¿Qué llevarás contigo? Sólo lo necesario, –
                  respondió, una mochila grande con ropa, dinero y mi espada, entre
                  otras cosas, suficientes e ineludibles para mi viaje.

            La hora de la partida llegó, Murta besó a su hijo en la frente y lo bendijo,
            augurándole buen viaje, Albus y Clorif sonreían, y le deseaban lo mejor y
            muy buen camino; de esta manera Barto se fue de Magna, la gran aldea
            en la que siempre vivió, llevando consigo también a su ave, una águila
            hermosa que él, con ayuda de su padre y padrino, había entrenado para
            llevar y traer recados en grandes distancias; el ave llevaba por nombre
            Luna, mismo que fue dado por Murta, ya que al contemplarla en su vuelo,
            le recordaba la belleza y majestuosidad de ese astro.

            Decidió tomar el sendero del  bosque, sería muy  aburrido y  monótono
            tomar una vereda, así que concluyó por caminar hacia donde lo llevara el
            viento, la primera noche la pasó en el bosque, a pesar de caminar todo el
            día no llegó a ningún lado. No tuvo problemas en quedarse ahí, prendió
            una fogata y cocinó un conejo que logró cazar, también tuvo la oportunidad
            de pasar varias veces por arroyos y cauces de agua, lo que le permitió tener
            sus reservas del vital líquido al máximo.


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