Page 79 - Afuera en lo profundo
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a las imágenes. Con la del amor, muy en especial, haces que huela
            a deseo en la carne y que se escuche como una promesa que brota
            del corazón. Sin embargo, no capturas, sino que les pones alma, y
            como ellos no conocen ni la suya, les encantan tus entregas, heraldo
            de los dioses.


            Entre más se acercan a ti, Gala desaparece de las intersecciones de
            los tercios. Los pantalones mojados del novio te dejan ver que no
            lleva ropa interior. La silueta de Oleg ocupa todos los cuadrantes,
            close up. Seguirías fotografiándolo, sólo a él. Pero el naranja de nubes
            y agua está por diluirse, por suerte esta pareja coopera. Al parecer,
            ahora él tiene prisa, ambos dejan que los conduzcas. En cambio,
            cuando la  gente  se  ama,  parece  que  no te necesita,  se  conducen
            como si no estuvieras presente, y más de una vez has tenido que
            retirarte sin terminar tu encomienda porque te descubres intruso
            en un momento sagrado. Con Gala y Oleg el sentido de tu oficio
            resulta perfecto: les ordenas cómo mirarse el uno al otro; controlas
            su respiración y qué tanto han de tocarse, dictas si viene al caso que
            congelen sus movimientos o si es mejor que relajen el semblante.
            Desde luego, has pedido que se junten espalda contra espalda.
            Otras parejas, juguetonas, melancólicas las unas por las otras, tras
            un segundo de haberse separado, intentarían buscarse las manos,
            pero ellos no. Ahora, indicas que se besen en los labios. Kiss, kiss
            each other. Después de cinco intentos fallidos tienes que acercarte
            a acomodarles las caras, como si fueran maniquíes. La pose en
            que tú los colocas parece más natural que sus aproximaciones. De
            hecho, no los presionas a besarse. En el álbum incluirás la foto del
            momento que dispones para simular el inmenso anhelo que hay en
            la mínima distancia entre dos bocas que están a punto de darse un
            beso. Incluso en un beso no dado, revelas su posibilidad, hijo de las
            musas. A Oleg, vuelves a pedirle que la cargue en brazos y que esta
            vez la mire, a Gala le insistes para que no sonría de más, solamente
            lo necesario.


            Entre una indicación y otra, el novio te pregunta si esa misma mañana
            podrás sentarte con ellos a seleccionar las 50 fotos del paquete que




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