Page 75 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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no sólo por el olor y las chispas de colores, sino por los sonidos que
produce. Los fuegos artificiales al igual que los cerillos, formaron
parte de mis accesorios personales.
La verdad es que me fascinaba ver el fuego, las formas, las columnas
enormes de humo, el olor a quemado, cuando empieza a llover
ceniza y cuando el aire traidor regresaba con fuerzas las ráfagas de
calor o lleva por el aire las bachas de lumbre que inician más allá,
otro incendio. Es como estar en el infierno, pero a la vez es como
estar en un acto de purificación que limpia la maldad y las culpas de
los hombres, o tal vez es estar en la forma perfecta para que alguien
me recuerde por eso. Siempre que produzco un incendio siento que
la sangre hierve en mis venas.
Cuando la policía me encontró ese día, como a las cuatro de la tarde,
yo estaba dando vueltas alrededor de una fogata, con las manos
abiertas como rezando, con la evidente atracción hacia el fuego.
Regreso a mis pensamientos y tengo muy frescas las palabras del
médico que me atendió:
—Señor Orlando, necesito que sepa que se le ha diagnosticado
piromanía, un trastorno destructivo del control de los impulsos
y de la conducta. En este caso, se hace evidente que, debido
al aumento de los incendios que ha provocado en los últimos
meses, refleja un serio problema para controlar sus impulsos,
en este caso, el del placer de manipular, contemplar o crear
fuego.
La verdad no me pareció relevante la palabra pirómano, yo sabía
que lo era, estaba consciente de ello, pero, ¿incontrolable?, eso me
pareció fuera de lugar, pues por esa razón me propuse ingresar al
cuerpo de bomberos y, además, el fuego llegaba hasta donde yo
quería.
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