Page 80 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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Nada de agua



               Hola, soy Rubén, les cuento mi historia. El agua es el más
            profundo de mis miedos; no es el típico miedo de no querer entrar a
            una alberca o el mar, es mucho más que eso. En mi infancia siempre
            había vivido en una comunidad que se llama Mezcala, pertenece a
            Jalisco y se encuentra por un lado de la Laguna de Chapala, en ese
            lugar mucha gente se dedica a la pesca.


            Recuerdo que desde muy chamaco mi padre y mis hermanos se
            subían a la lancha de la familia para ir a pescar, allá podían durar
            varias horas y luego regresaban para entregar a mi mamá la pesca
            para que se fuera al mercado a venderla, casi siempre sacaban
            popocha, pez blanco o bagre, esa era la forma como se sostenía la
            familia y así era casi todos los días. Por lo regular, yo no iba con ellos
            porque me tocaba cuidar unas vacas lecheras y, además, quería ir a
            la escuela, así que no conocía muy bien cómo se hacía la pesca, el
            lugar, cómo aventar y levantar la red, y cuánto tiempo tardarían las
            redes en el agua antes de sacarlas.


            Para aprovechar las lanchas, otros de mis hermanos o mi papá,
            muchas veces llevaban en la lancha los botes de leche que vendían
            en las comunidades cercanas a la laguna, aunque eran pocas las
            personas que compraban, aquel dinero servía para la familia, que ya
            de por sí, se había hecho numerosa.


            Cuando tenía 17 años, un día, mi padre enfermó y no pudo salir a
            vender la leche, así que me tocaría a mí ir a vender la leche. Temprano
            arreglé los botes, los subí a la lanchita y me dispuse a salir. Le avisé a
            mi madre, me persigné y empecé a remar por la orilla de la laguna.
            De repente, empezó a nublarse, a caer truenos muy fuertes y luego
            empezó a caer granizo, así duró casi media hora, luego empezó una
            lluvia que ya no se quitó como en tres días. Cuando empezó a llover
            dejé de ver la orilla de la laguna y el agua me llevó para el centro,
            pasamos juntos a la Isla de Mezcala, pero estaba lloviendo tanto que




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