Page 84 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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la columna vertebral, a sobar, a acomodar huesos, a sacar el aire, a
            entender de la digestión y lo que el cuerpo grita cuando el corazón
            se calla. Y la verdad, me siento muy afortunada cuando todas esas
            personas vienen y se forman para que yo les ayude.


            Otro don que poseo es que, desde que tengo memoria me hice muy
            sensible a varias cosas, podía sentir presencias y ver personas que
            estaban muertas y que otros familiares míos no veían, escuchaba
            sonidos parecidos a voces o lamentos, u objetos que se movían o
            caían. Al principio me daba miedo porque eso me podía ocurrir
            en cualquier lugar: en el patio, en la calle, en la escuela, en varios
            lugares, sólo yo los veía o escuchaba, nadie más, aunque estuviera
            rodeada de toda la familia, después, me acostumbré.


            También tengo la habilidad de sentir y saber dónde corre el agua en
            el subsuelo con sólo utilizar unas varitas de madera en forma de y o
            dos alambres en forma de l. Este talento me hizo poder viajar a otras
            ciudades porque algunas dependencias del gobierno me llamaban
            para que les ayudara, especialmente cuando sabían que el problema
            de la escasez de agua era mayor. Podía detectar agua corriente,
            mientras ellos tenían que cavar pozos y pozos para encontrarla, una
            vez, hasta me pagaron. Creo que ese talento lo heredé de mi abuelo,
            que también lo practicaba. Él me decía a veces, —no se te olvide
            nunca que somos química, energía y emociones, si sabes eso, sabes
            todo. Un día investigando me di cuenta de que esta habilidad se
            llama radiestesia o rabdomancia, y aunque ya casi no la practico,
            también sé entender las energías.

            Con las energías me sucede algo, puedo saber con sólo ver a las
            personas  sobre  esa  energía  que tienen,  si  están  tristes,  felices,
            enojadas, si hay maldad o malas intenciones como la envidia, los
            celos y la ira, nunca me falla. Todas las personas tenemos nuestra
            propia energía y sale de nosotros todo el tiempo. Es como si pudiera
            verla, saber eso y sentirlo, me ha ayudado para estar siempre con
            las personas correctas y evitar a toda costa aquellas que no son de
            beneficio para mí.




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