Page 72 - Entes y apariciones entre nosotros
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olor putrefacto inundaba la vivienda y aunque ya había amanecido,
adentro todavía estaba oscuro.
Se acercó a la habitación del joven tapándose nariz y boca con la
mano, había un silencio sepulcral, todo su cuerpo se estremecía.
Cuando abrió la recámara, no pudo creer lo que vio, el joven
levitaba de pie, con una cara espantosa, demacrada, completamente
pálida y los ojos rojos, su brazo estirado en dirección a su madre,
como haciéndola flotar al otro lado del cuarto, mientras, ella hacía
como que se defendía, como si alguien le apretara su cuello. En el
momento en que Julián se dio cuenta de dos presencias, con un
movimiento de su brazo, hizo que su madre saliera volando y se
impactara contra la pared con una fuerza descomunal.
El doctor vio cómo su amiga cayó a un lado de la cama, con los ojos
desorbitados, con lágrimas de sangre, evidentemente ya no estaba
con vida, acto seguido, como en cámara lenta, volteó a ver al hijo,
quien flotaba en posición horizontal sobre su cama, completamente
estirado, como si el tiempo se hubiera detenido. Justo allí, se dio
cuenta de que un viejecito estaba atrás de él, con un resplandor en
todo su cuerpo y con una fuerza desconocida que empezó a sentir
desde que lo vio, ya no tenía miedo. Entonces, el anciano dirigió las
palmas de sus manos hacia el joven al tiempo que decía palabras que
él no alcanzaba a comprender.
En ese momento Julián se empezó a retorcer en el aire, como si
estuviera siendo exorcizado, decía palabras raras con una voz muy
ronca, luchaba y se contorsionaba, mientras el viejito le seguía
hablando, con sus palmas firmes hacia él, esa lucha entre ambos
se mantuvo por algunos momentos. De pronto, en un movimiento
brusco de manos del anciano, el cuerpo del muchacho cayó y se
volvió a escuchar un horrible alarido.
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