Page 70 - Entes y apariciones entre nosotros
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esto, algo grave estaba sucediendo. El tiempo se le hizo eterno, no
sabía lo que le esperaba, cuanto hubiera deseado evitar lo que estaba
a punto de presenciar.
Al llegar a su casa, inmediatamente empezó a percibir la desdicha,
desde afuera se sentía un aire helado, casi congelante, además, su
casa estaba en completa oscuridad, eso le dio mucha angustia; sin
pensarlo, se estacionó, tomó las llaves de su casa, entró y el interior
estaba aún más frío, quiso prender las luces, pero no encendieron,
así que, con la lámpara de su celular alumbró el camino hacia la
recámara de su hijo, mientras gritaba su nombre.
Cuando abrió la puerta, recibió la sorpresa más desgarradora de su
vida, no lo podía creer, estaba horrorizada, sentía que la sangre se
le congelaba, todo su cuerpo se erizaba, la luz de su celular enfocó
hacia la cama, y entre una densa niebla salida no sé de dónde,
alcanzó a ver a su hijo, en posición horizontal, completamente
estirado, como acostado, pero levitando como a 50 centímetros
sobre su cama; la escena era horrorosa, lloró y se acercó con el
valor que le daba su amor de madre para ayudar a su hijo, estaban
completamente solos, ella no sabía cómo bajarlo de esa posición,
así que le empezó a hablar con cariño al tiempo que trataba de
bajarlo a la cama, diciéndole:
—Juliancito, mijito, ¿qué tienes?, mientras lo acariciaba y jalaba
hacia abajo.
La señora seguía llorando, acariciando a Julián hasta que logró que
su cuerpo quedara en la cama, lo tocaba con ternura y hablaba,
entonces, poco a poco, el frío y la extraña niebla se fueron disipando,
ella se lamentaba por su hijo, quien parecía dormido, pero su rostro
no era el mismo, la luz del amanecer empezó a entrar por la ventana,
renovando el valor de aquella mujer.
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