Page 66 - Entes y apariciones entre nosotros
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Pero Julián no hizo caso, ni siquiera se puso a pensar cómo ese
hombre podría saber lo que estaba planeado.
Llegó muy contento a su casa, abrió la caja y admiró su contenido, era
una tabla de 70 por 40 centímetros, diseñada de manera horizontal.
En los extremos tenía, del lado izquierdo, la palabra “Sí”, del otro
lado “No”, arriba del Sí, iniciaban dos renglones con las letras del
alfabeto que atravesaban todo el espacio haciendo un arco, en un
tercer renglón, números del cero al nueve y en la parte inferior
central, un gran ojo, en donde se tenía que poner el otro elemento,
una manita medio encorvada con el dedo índice extendido, justo en
la posición para señalar, debajo de la manita, tres bordes de plástico
como puntos de apoyo.
Julián la observó detenidamente, la puso en la mesa del comedor,
colocó también las veladoras negras, sacó una hoja de papel donde
había escrito un rito que debía realizar al mismo tiempo en el que
encendiera las velas, justo en ese momento un aire helado recorrió
todo su cuerpo, un último aviso le había sido concedido, mas sus
deseos eran mayores y no hizo caso a ninguna de las advertencias.
Entonces, el mal se desbordó, sin que él se diera cuenta, la sombra
que lo había seguido se había posicionado al otro lado de la mesa,
como observándolo, Julián colocó suavemente las yemas de los
dedos de ambas manos sobre la manita, apenas tocándola, e hizo
una pregunta:
—¿Podemos jugar?
La manita empezó a moverse lentamente, emitiendo un sonido
muy feo al arrastrar sobre la tabla los puntos de plástico que la
sostenían, dirigiéndose al lado izquierdo, y en lugar de asustarse, en
Julián creció el interés, pues todo lo que había leído sobre esta tabla
era real, estaba sucediendo, lamentablemente estaba solo, había
decidido cruzar ese portal, y las consecuencias del mal recaerían
únicamente en él.
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