Page 69 - Entes y apariciones entre nosotros
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en sus últimos momentos, así que esa misma noche regresaría a
verla, y aunque habló, suplicó, gritó, su hijo no quiso acompañarla.
Esa noche ocurrió lo peor, una vez que doña Clara salió de casa,
Julián tomó la tabla, colocó las veladoras negras a los extremos
y curiosamente se encendieron solas; él no reaccionó, su mirada
estaba perdida, nuevamente bajó la temperatura del ambiente, ya
no había emociones, entonces sucedió, se escucharon cosas raras,
como plegarias en otro idioma, aquella sombra que lo había seguido
apareció.
Él seguía con los dedos en la manita, pero ausente, las voces se
escuchaban cada vez más y la sombra lentamente se empezó a
acercar hasta llegar a donde él estaba; se colocó primero frente a
él y empezó a avanzar al ritmo de esas voces ininteligibles hasta
tocar su cuerpo para unirse en un solo ser, en ese momento, las
luces se apagaron, la casa se quedó en completa oscuridad, helada,
en completo silencio.
Para doña Clara, la noche transcurrió lentamente, pues, aunque ella
deseaba estar con su hijo, se encontraba a una gran distancia, debía
cumplir un compromiso moral. Las últimas palabras de su amiga
fueron para ella y su hijo, la llamó con mucha dificultad a su lecho,
acercó su boca al oído y entonces le dijo:
—Cuida a Juliancito, está en grave peligro. Después de eso expiró.
La señora entró en shock, estaba impactada por la situación de su
querida amiga, pero las palabras que le dijo la dejaron completamente
fría, lloró al lado de la cama de su única confidente, pero tenía
pensamientos alarmantes, así que, empezó a despedirse de la familia
y salió manejando lo más rápido posible hacia su casa.
Su mente no la dejaba de presionar, recordaba la cara que le había
visto a su hijo, el ambiente que había sentido en su domicilio y ahora
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