Page 71 - Entes y apariciones entre nosotros
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Ya con la luz del día, la señora se levantó del lado de la cama de
            su hijo, y empezó a mirarlo, a acariciarlo; las ojeras del joven eran
            perturbadoras, no despertaba, por más que lo movía no se veía que
            reaccionara, aunque estaba vivo, así que decidió pedir ayuda.


            Sin salir de la recámara, tomó su teléfono, le marcó a un doctor que
            era su amigo, quien vivía muy cerca. Cuando empezó a escuchar
            los tonos de la llamada, se dio cuenta que su hijo nuevamente se
            levantaba por el aire, totalmente acostado, pero levitando; lloró
            amargamente y de nuevo, por medio de caricias lo empezó a jalar
            hacia abajo. Estaba completamente aterrada, no sabía lo que pasaba.


            Pensó que tal vez el ruido de su celular había hecho que su hijo otra
            vez levitara, así que salió a la sala a hacer la llamada. Estaba llorando,
            asustada, pero con la fe en su amigo doctor; cuando le contestó,
            empezó a platicarle entre sollozos lo que estaba sucediendo, y al
            voltear a la recámara, casi se infarta, pues claramente vio cómo su hijo
            estaba flotando, pero ahora de pie, viéndola fijamente, acercándose
            muy lento desde su cama hacia la puerta de su habitación, hablando
            cosas raras, como en otros idiomas, con unos tonos muy feos, no
            era su voz.


            Entonces, le gritó a su amigo que corriera, que fuera inmediatamente
            a  ayudarla,  que  su  hijo  tenía  algo malo,  gravísimo.  El  doctor le
            preguntaba qué sucedía, si los signos vitales de su hijo estaban bien,
            desconociendo totalmente la difícil  situación que ellos vivían;  la
            señora le empezó a decir lo que ocurría, su amigo no lo podía creer,
            así que salió de su domicilio rápidamente.


            Dicen algunos vecinos que se escucharon unos golpes muy fuertes
            y gritos terribles, entre lamentos y no sé qué, pero que fue horrible.
            Justo cuando el doctor  se estacionaba  afuera  de la casa, todos
            estaban saliendo de sus domicilios para ver qué era lo que estaba
            pasando. La puerta estaba abierta, el interior se sentía helado, un




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