Page 76 - Preludio los días de mi juventud
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Ante esta demostración de cariño maternal, correspondía contándole
            sobre mis estudios, de las actividades dentro de la escuela con
            internado, de los viajes que hacíamos a ciudades importantes de
            Guanajuato y de otros estados de la República, por ser integrante de
            la selección del equipo de baloncesto de la Escuela Normal de Roque;
            y porque cada fin de año escolar íbamos a las Jornadas Deportivas y
            Culturales de las Normales Rurales del país.


            Rosa Gutiérrez, se sentía feliz dialogando con su hijo el estudiante,
            le gustaba pronunciar las  palabras de manera correcta,  cuando
            escuchaba una palabra mal pronunciada,  decía:  a mi hijo Aniano
            le oí esa palabra y no es así como tú la dices, tenía el hábito de
            la prudencia al hablar, evitó siempre a las personas chismosas. Su
            buen carácter le permitía prestar atención a los buenos consejos
            que recibía de personas mayores y de buena conducta; tanto así,
            que le decía a mi papá —Chon está bien que seamos ignorantes,
            pero nunca hay que hablar de más, no debemos fijarnos en lo que
            hacen otras personas. Sus vecinos, sus amistades y familiares le
            demostraban su alta estimación por el buen trato que recibían de
            ella; seguido repetía la siguiente frase la gente espera que la trates
            bien. Le encantaba oírme cantar acompañado de mi guitarra, y con
            la experiencia de haber formado el trío de cancioneros en Roque, en
            el momento que la veía agarrar la mano de su metate y empezaba
            a preparar la masa traída del molino de nixtamal, hacía sus testales
            en el metate y con sus hábiles manos daba forma artesanal a las
            tortillas y memelas que depositaba en el comal de barro, el cual
            calentaba con la leña que cortaban mi papá o mi Pachano en los
            terrenos del Carrizo y era transportada en burros por mis hermanos
            menores, con esas tortillas y con el guiso que hacía en su cazuela,
            confeccionaba un suculento platillo donde concentraba el mejor
            sazón y la mejor demostración del amor de una madre, al darle de
            comer a su primer hijo.


            Cuando veía que mi mamá se ponía en movimiento, que tenía todo
            en su cocina para prepararme la comida, acercaba una silla, afinaba
            la guitarra y con el repertorio del trío Los Relámpagos, empezaba a




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