Page 32 - Donde vive la imaginación
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Malena se queda callada, sabe que su amiga tiene razón, en la iglesia hay
            tres tipos de ratones: ancianos, maduros y pequeños. Pero ratones casaderos
            de su edad no hay. Lo que ella no sabe es que Malena tiene pensado ir a la
            farmacia en donde viven muchos ratones jóvenes, y ahí seguro encuentra a
            su medio ratón. Ambas continúan recogiendo el arroz.


            Por la tarde los ratones están escondidos, la iglesia adornada de color blanco
            espera a los novios. Malena desde un pequeño orificio observa, su parte
            favorita es cuando el cura dice: –Puede besar a la novia–. En ese momento,
            ella para la trompita y siente cómo los bigotes de un ratón guapo la besan,
            al escuchar los aplausos de los invitados, abre los ojos suspira hondo. De
            pronto se alarma al ver que por la cola del vestido de la novia está un ratón
            joven desconocido, no se da cuenta de que si alguien lo ve todos estarán
            perdidos. Sin pensarlo aprovecha que los invitados están despidiendo a los
            novios, como si la persiguiera un gato sale corriendo en busca del ratón,
            con jalones lo lleva hasta su escondite.


            Con regaños y reclamos le exige explicaciones de porqué viola el código
            de los ratones “cuando hay personas nos escondemos”. Muy enojada le
            da un zape en las orejas y le dice: —¡Tal parece que no lo sabes! El ratón
            está herido, ni siquiera pone atención, al recostarlo sobre el suelo queda
            desmayado por algunas horas. Los padres de Malena lo reciben asustados,
            pero al verlo tan herido no pueden negarle ayuda.


            Se acabó la boda, como siempre los ratones hacen lo mismo: recoger y repartir
            el arroz. En esta ocasión Malena no fue a ayudar, se queda esperando a
            que su inquilino despierte. En esa espera se acerca a ver los bigotes del
            ratón, se percata de que es más o menos de su edad y está guapísimo. Al
            regreso de los papás de Malena se despierta.

               —¿Cómo te llamas?


               —Soy Eulogio, vivo en la farmacia que está al lado.


               A toda prisa lo interrumpe el papá de Malena.




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