Page 29 - Donde vive la imaginación
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Al llegar al cementerio, el camión abre su puerta y caigo en un pozo con
            agua, ¡auxilio, me ahogo! Una de mis colegas cae justo a mi lado y con el
            golpe logro salir del pozo. Eso sí fue un susto, casi quedo ahí para siempre.

            Pasan los días; estoy desesperada;  aburrida  de  estar  aquí  sin hacer
            nada,  quiero  regresar  a  rodar.  Platico  con  mis  compañeras  que  están
            acostumbradas a vivir aquí, se divierten viendo como los perros juegan
            arriba  de  nosotras.  Yo  aún  no  me  acostumbro.  Extraño  los  viajes
            interminables en coche, recuerdo que recorrimos millones de kilómetros.
            Las ciudades del Norte fueron las que más me gustaron, son muy coloridas,
            su gente es amable, respetan las señales de tránsito, lo mejor son sus calles,
            que hasta gusto daba rodar en ellas.

            En fin, todo queda en el pasado, jamás volveré a recorrer una carretera, a veces
            pienso que lo mejor sería que me quemara, así desaparecería para siempre.


            Una mañana llegan dos señores en una camioneta roja, escucho al más
            alto: — Don Ramón, vea, aquí hay muchas llantas, le servirán para su
            negocio. Entre los dos escogen algunas, me llevan con ellos.

            Desde las redilas vemos la carretera, el viento acaricia nuestro caucho,
            vamos a baja velocidad, logro ver el paisaje que tanto extrañaba. Después
            de una hora, llegamos a una casa pequeña de madera. Estoy segura de que
            se trata de una nueva oportunidad, me arreglarán y podré volver a rodar
            en el asfalto.


            Emocionada, disfruto los arreglos que me hacen; la restauración dura un
            rato,  parchan  mis agujeros,  me  pintaron de  color  amarillo,  quedo  algo
            rasposa, no importa, estoy como nueva; más porque tengo un nuevo color,
            parezco una jirafa con manchas café del pegamento que usaron para los
            parches. Sé que desde hoy cambiará mi vida, estoy lista para conocer a las
            que serán mis compañeras de paseo en algún coche.


            Pasan los  días;  estoy  en una esquina abandonada, tal  parece que don
            Ramón se olvidó de mí, de pronto la soledad hace que llore, deseo llegar
            con alguien a quien le sea útil, de perdida a una carreta.


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